Leaping Lemmings |
Los leminos (o Lemmini) son una especie de
roedores miomorfos, denominados comúnmente lemmings. Del tamaño de un ratón de campo, son más gordos y redondos
que sus primos lejanos. De corta cola, esta es apenas distinguible
bajo el tupido pelo pardo que los cubre. Habitan en tundras, en la taiga y en las praderas
árticas, en el norte del continente americano. También se dejan ver por las
regiones de Eurasia y norte de Noruega.
Sin menospreciar la oportunidad de llevarse a la
boca la proteína que proporciona un insecto o una larva, el lemming tiene como
dieta principal hierbas, raíces y líquenes, que prioritariamente comerá en la seguridad que
le proporciona su madriguera bajo tierra, pues solo en esta se siente seguro este
inofensivo animal.
De corto ciclo de reproductivo, la gran
fertilidad de sus hembras provoca periódicas explosiones demográficas cada
cierto tiempo, que son reguladas en parte, por la actuación de depredadores locales
o por la escasez de alimentos.
El "suicidio" de los lemmings
Existe la leyenda cultural que los lemmings se
suicidan en masa arrojándose desde el borde de acantilados o en las riberas de los
ríos. De esta manera aligeran el peso de la colonia en miles de individuos, como
parte de una autorregulación intrínseca del control de población de la especie.
Pero ¿Puede una especie estar programada
genéticamente para el suicidio en masa? Pese al tétrico romanticismo que este
mito despierta, la comunidad científica rechaza de plano un comportamiento
donde una especie se suicida en masa por altruismo biológico, pues no existe hecho
alguno que lo respalde.
Existe la explicación más o menos consensuada en
la cual, en épocas de bonanza alimentaria, la especie registra un ciclo
reproductivo más elevado que desencadena una explosión demográfica multiplicando
por 30 el rango de población respecto a sus niveles habituales. Esto provoca
que la situación se vuelva insostenible en cuanto este periodo de abundancia retorne
a estadios normales o se vuelva recesivo.
Es cuando la escasez de alimentos se hace patente,
cuando la situación de la colonia se vuelve insostenible y cuando miles de
individuos devengan un comportamiento migratorio en la búsqueda de nuevos
lugares donde no morir de hambre.En consecuencia, los lemmings se agrupan e
inician un largo peregrinaje. En esta emigración que conlleva el recorrer
grandes distancias, se encuentran con las dificultades de la orografía como
ríos o acantilados. Los lemmings en un afán nato por superar estos accidentes
geográficos, se lanzan instintivamente para salvarlos y gran número de ellos mueren
en el intento. Pero no se trata de un suicidio masivo propiamente dicho.
Nota: Los lemmings adquirieron cierta fama el
terreno de los videojuegos, debido al tema de uno lleva el mismo nombre. En él,
el jugador debe salvar del suicidio a una colonia de muñecos llamados también “Lemmings”,
sacrificando algunos individuos.
Componentes |
Leaping Lemmings narrar el mito
de estas simpáticas criaturas. Los jugadores tienen la tarea de culminar el suicidio
colectivo de la tupida colonia que gestiona (10 lemmings). Cada suicidio otorga
puntos de victoria (PV), aunque no todos los suicidios tienen el mismo valor,
aquellos saltos al vacío mas espectaculares (de mayor longitud), serán los premiados
con la mayor puntuación. Para ello los lemmings tendrán que sortear el acecho
de dos hambrientas águilas insaciables. Durante el recorrido a su fatal
destino, estas criaturas tendrán puntos de salvaguarda y podrán obtener los alimentos
dispersos por el tablero, que podrán ser útiles PV o favores canjeables en
momentos puntuales del juego.
El juego tiene una base muy sencilla. Primero los jugadores gestionan por turnos las acciones de las águilas mediante el lanzamiento de dos dados, cada una de estas águilas se encarga de acechar una zona de caza del tablero. El objetivo de las águilas no es otro que dar caza a sabrosos lemmings con el noble objetivo de alimentarse (vamos, eliminarlos del juego). Esta acción está condicionada por el jugador que gestiona el movimiento, ya que bajo su mando las águilas se coman o bloqueen el movimiento de los lemmings ajenos, favoreciendo los propios intereses.
Las dos águilas del tablero son
el verdadero escollo que separa al lemming del su inevitable infortunio y que el
inevitable suicidio puntúe lo máximo posible, que es de lo que se trata. Cada
suicidio consumado puntuará en una horquilla de PV que oscila entre 1 y 5. Esta
horquilla valora cuantos puntos de movimiento sobran una vez el bicho ha
saltado al vacío.
Cuando las águilas hayan
ejecutado su acción, una carta azarosa dicta la cantidad de hexágonos que se
desplazará un lemming de cada jugador. Los jugadores solo podrán elegir uno entre
los posibles de su colonia con opción a ello, ya que se puede dar el caso que
por estar bajo una pila de lemmings este no pueda moverse. El elegido está
obligado a realizar íntegramente su movimiento con la restricción de que solo
puede avanzar y como mucho, podrá moverse transversalmente una vez.
El juego hasta aquí parece
sencillo... hasta que se desvela que “no todo el monte es orégano”. Bajo un tema
de extrema candidez y un arte que invita a ello, Leaping Lemmings oculta una
serie de minireglas que alambican la naturalidad del juego, que lo ubica en “tierra
de nadie” entre un juego de corte familiar y otro con más enjundia.
Estas minireglas exigen una atención
añadida para jugar correctamente y aunque todas ellas tengan una base lógica,
se pierde fluidez de juego. No se puede cruzar una zona de caza donde esté un
águila. Se puede apilar un número X de lemmings en un hexágono normal, pero un
número Y en uno de arbusto. La comida recolectada se obtiene cuando se sale del
hexágono, no cuando se llega. La dispersión cuando un águila ha cazado es un
tanto engorrosa y está condicionada a la distancia de proximidad a zonas
adyacentes. El cálculo en la bonificación del salto al vacío tiene su cosa (sobre
todo cuando se añaden favores o acciones especiales de las cartas). Cuando un
águila come, se tiene que voltear la ficha, en el siguiente movimiento hay que
voltearla de nuevo, con el gasto de un punto de movimiento. La lista de
pequeñas reglas incómoda inicialmente y hace que el juego no sea todo fluido
que demanda en sus primeras partidas.
Aquí es donde se nos revela que Leaping
Lemmings es táctico hasta el extremo. Las águilas se gestionan con dados, el
movimiento de Lemmings mediante cartas al azar, las recompensas derivadas de
capturar alimentos están ocultas, cada jugador tiene (desde el inicio de la
partida) una serie cartas con acciones especiales que contradicen el
reglamento. Este compendio de características hacen del juego un caos imposible
de controlar y por ende, la planificación de cualquier estrategia una quimera.
No obstante, la mecánica base es
sólida, el tema es inversivo y el juego tiene todo para ofrecer diversión y
cachondeo. En Leaping Lemmings el tema es lindo, el arte es adorable y el
concepto básico tan simple que cualquiera con un mínimo de ganas puede entender
si se es mínimamente receptivo a esas minireglas adicionales que complican la base. No más añadir que el
juego está diseñado para 2-6 jugadores, siendo sin duda un claro caso de
"cuantos más, mejor."
Personalmente me repelen aquellos
juegos cuyo motor principal de acción es el azar y el mecanismo regulador es el
caos incontrolable, dejando a la estadística el equilibrio entre las partes. Si
además, estos dos conceptos se combinan formando la base troncal del juego, este
adquiere todo lo necesario para ser rechazado de entrada. Pero con Leaping
Lemmings uno se encuentra con la horma de su zapato, ante la excepción que
confirma mi regla de mínimos. Es justo ese caos y azar lo que da vida al juego,
es la base del divertimento entre los participantes.
Para el que suscribe este es un
juego que no tiene ninguna mecánica afín a mis gustos, sin embrago la
experiencia de juego me divierte. Este es justamente un caso en el que divertimento
se impone a todas las pegas de diseño azarosas que le encuentro y hace que me
guste jugarlo, aunque todo aquel que tiene la ventura de conocerme sabe de mi absurdo
sentido del humor, de mi propio concepto de la diversión y de mi singular gusto
por las cosas.
No teniendo más que añadir, sometemos la presente Reseña a la consideración de la Superioridad por si tiene a bien aprobarla.
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Notas:
No teniendo más que añadir, sometemos la presente Reseña a la consideración de la Superioridad por si tiene a bien aprobarla.
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Notas:
- Esta reseña también fue publicada en BoardGameGeek
- Las fotografías usadas han sido tomadas y publicadas en la BoardGameGeek
- Descarga del reglamento
- Cartas traducidas
- Ficha en la BoardGameGeek
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